martes, 2 de octubre de 2012

Historia de Un Vaso Capítulo 1



La Historia de un Vaso
(Un relato escrito por Abraham)


Abraham, habiendo recibido el mandamiento de Yahwéh, escribe en un rollo los acontecimientos que dieron origen a la historia que se conoce como La Historia de un Vaso, que narra los hechos que enmarcaron La Gran Liberación que el Señor efectuó por medio de Abraham, sus pastores y aliados. (Véase Crono. 1, 2 y 3)



Capítulo 1

Abraham es informado de la batalla en la cual Lot y muchos son llevados cautivos. Abraham recibe mandamientos del Eterno a fin de efectuar la “Gran Liberación”, esto es, convocar y preparar a sus pastores, y preparar un vaso con características especiales.

1 Estaba descansando bajo la sombra del Roble de Mambré junto a mi tienda, cuando vi llegar apresuradamente a uno de los siervos de mi sobrino Lot. Casi sin aliento, él comenzó a relatarme sobre la tragedia: Hubo el día anterior una batalla entre las ciudades de la planicie, implicando a cuatro reyes contra cinco. Como resultado, Sodoma fue derrotada y muchos  de sus habitantes llevados cautivos, entre ellos mi sobrino Lot. La noticia me dejó muy afligido, pues al mismo tiempo en que sentía que era preciso salir en   su ayuda, me veía fragilizado, sin ninguna condición.
2 Siempre fui un hombre pacífico y detesto a aquellos que derraman sangre. Tengo muchos siervos, pero pocos saben manejar espadas y lanzas, pues desde la infancia han sido entrenados como pastores. En lugar de espadas y lanzas, ellos manejan bordones con los cuales conducen los rebaños; En lugar de escudos, ellos cargan vasos en sus cinturas, siempre llenos de agua fresca, para matar su sed y refrescar a las ovejas afligidas; En lugar de vino para embriagarse, cargan sujeto a sus cintos pequeñas botijas con aceite de olivo, con los cuales ungen las heridas del rebaño; En lugar de trompetas resonantes, ellos soplan en cuernos pequeños, con los cuales convocan al rebaño hacia el corral.
3  Imaginando  como  sería  un combate entre mis siervos y los ejércitos de aquéllos cinco reyes victoriosos, comencé a reír. Mientras reflexionaba, la voz de Aquél que siempre me guía, resonó en mis oídos, diciendo:
4 — ¡Abram, Abram! No menosprecies los instrumentos de los pastores, pues santificados por el fuego del sacrificio, habrán de conquistar la gran liberación. —
5 El Eterno comenzó a darme órdenes, haciéndome avanzar por la fe, sin saber como tal liberación habría de realizarse.
6 El primer paso fue la convocación de todos los pastores que, dejando a sus rebaños, se dirigieron al Roble de Mambré, trayendo sus instrumentos pastorales. Eran en total seiscientos pastores.
7 Ordené que vaciaran los jarros, colocando en ellos el aceite de la botija.
8 Después de cumplir ellos esta orden, pedí que tomara cada uno la lana de una oveja, mezclándola con el aceite de los jarros.
9 Después de estas cosas, Yahwéh me mandó tomar un vaso grande de barro, llenándolo hasta la mitad con el aceite de olivo.
10 Al concluir esta tarea, el Señor me mandó hacer una larga mecha de lana, enroscando la mitad dentro del aceite y dejando la otra parte apresada encima del vaso.
11 Después de estas cosas, Yahwéh me ordenó encender la mecha, con el fuego del altar. Al aproximarme al fuego sagrado que todavía ardía sobre el sacrificio de la mañana, una pequeña flama saltó hacia la mecha, y poco a poco se fue alimentando del aceite, hasta convertirse en una llamarada que podía ser vista de lejos.


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